Cada año decenas de hombres y mujeres enfrentan al frío del invierno para podar los viñedos y así preparar cada una de las vides para una larga y fructífera vida.
La mayoría de los podadores no fueron a una escuela para aprender a podar. Este gran oficio que usualmente se aprende con la practica, muchas veces se transmite de generación en generación y se perfecciona con pasión.
La poda es posiblemente una de las tareas mas difíciles e importantes a realizar
en el viñedo. Pero mas que una tarea mecánica donde se aprenden técnicas, es casi como un diálogo con la naturaleza. Si no sabemos interpretar lo que nos esta diciendo cada planta a través de su edad, vigor y el color de los sarmientos, no tomaremos las decisiones
correctas a la hora de podarla para lograr el objetivo deseado.
Ahora bien ¿Qué es la poda? Es un trabajo esencial en el cultivo de la vid que consiste en cortar ramificaciones de la cepa en una cierta medida, con el objetivo de darle forma, vigorizarla y también regular o aumentar la producción.
Durante este reposo vegetativo es cuando debemos podar para que la planta tenga tiempo de recuperarse de esta operación y cicatrizar para cuando llegue la primavera. Lo ideal es que se realice unos 15 días una vez que se caigan las hojas y no muy cerca de la primavera ya que
de ser una poda muy tardía retrasará la brotación.
Pero esta poda no ha de ser una operación rutinaria, como les decía requiere de reflexióny de tener en claro los objetivos deseados. Uno de los objetivos es la de formación, sobre todo en los primeros años de vida de una vid y también durante su vejez. No nos olvidemos que la
vid es una enredadera que debemos guiar y darle la orientación deseada para que sus frutos tengan un buen desarrollo, aireación y exposición al sol. Pero también, otros objetivos pueden ser darle fuerza, regularizar y homogeneizar la producción, así también como aumentarla o reducirla.
El viñedo dormido nos invita a recorrerlo para conocer su alma. Conocer sus necesidades y así prepararlo para la próxima cosecha. No hay que acobardarse de los días fríos y a la vez inspirarse con nuestras montañas nevadas.
Es así que convertirse en un gran podador es casi como convertirse en un gran artista. Requiere de mucho esfuerzo, atención y sensibilidad.