La finca en cuestión se llama Río de los Chacayes y es donde está emplazada la bodega, que tiene una llamativa forma octogonal y cuyos viñedos están dispuestos en forma de círculo. De allí salen tres líneas de vinos: Calcáreo Río de los Chacayes Malbec; SuperUco Blanco y SuperUco Chacayes.
“Lograr la certificación Demeter Internacional Biodinámica es como sacarte un 10 en tu examen final. Es demostrar que, con esfuerzo y dedicación, cumplimos los objetivos que nos propusimos como familia: trabajar nuestras viñas en forma ecológica”, explicó Matías Michelini, énologo y co-owner de la bodega.
El hacedor agregó que esta es la primera finca de SuperUco en lograr este tipo de legitimación oficial e indicó: “Es el modelo perfecto de lo que queremos mostrar a nuestros visitantes y la escuela de agricultura sustentable que fomentamos para nuestros hijos y futuros nietos”.
Allí, a 1200 metros sobre el nivel del mar, hay dos factores que inciden sustancialmente en las uvas y en los vinos que se elaboran a partir de ellas: la altura y el carácter pedregoso de la tierra. Las plantas viven noches frías y días de mucho sol, lo que hace que las uvas engrosen su piel, otorgándole al fruto mayor intensidad en sus colores y sabores. Paralelamente, las raíces de los viñedos crecen apretadas entre las piedras, que es lo que les otorga a los vinos un carácter mineral único.
Más de un consumidor habrá escuchado hablar de los vinos orgánicos, pero en menor medida de los biodinámicos, y es que se trata de cosas bien diferentes. Lo biodinámico hace referencia a una filosofía de vida en la que se fusionan ciencia, trabajo y auto sustentabilidad natural en una plena conexión entre la tierra y el espacio.
Este proceso se rige bajo los principios de Rudolf Steiner, quien es considerado el padre de la biodinamia y quien promueve que todo lo que viene de la tierra debe volver a ella. Por este motivo, todo compuesto que se utiliza en la elaboración es obtenido de la naturaleza sin intervención de procesos industriales e incluye la utilización de preparados vegetales y minerales a modo de fertilización.
Asimismo, todo el proceso se rige bajo un calendario astronómico que indica las épocas de siembra, cura y cosecha de la uva. Esa “agenda” está particularmente influenciada por las posiciones de la luna, la cual cumple un rol fundamental en cada una de las etapas.
“Los vinos que salen de esa finca son ecológicos, orgánicos y biodinámicos”, detalló Michelini al tiempo que remarcó que aún no han certificado como orgánico el proceso de vinificación. “Somos una familia de viticultores, pero la agronomía y la enología ya quedaron en nuestro pasado. Ahora, cuidamos y trabajamos nuestras plantas, que son las que le dan el carácter a nuestros vinos. El desafío es lograr meter en la botella un pedacito del lugar en el que cultivamos nuestra viñas”.
En cuanto a si el consumidor percibe diferencia alguna entre un vino tradicional y uno biodinámico, el enólogo concluyó: “Es difícil de explicar, pero sin dudas percibe una energía especial en este tipo de vinos. Quizás, tenga que ver con descubrir sabores y aromas que tienen más que ver con lo natural, la tierra y su entorno. Yo digo que son vinos emocionales”.